"En la profundidad del invierno, aprendí
que en mi interior hay un verano invencible."
Albert
Camus
Es difícil plantearse empezar
de nuevo cuando acabamos de afrontar una decepción en cualquier plano de
nuestra vida. Ya sea en el entorno laboral, familiar o sentimental, afrontar un
NO a nuestras expectativas es algo duro de procesar.
Nos hacemos a la idea de que
algo va a ir como esperamos y cuando no es así, nos encerramos en nosotros
mismos. Como si cerrarnos al mundo nos protegiera del dolor y del fracaso. Nada
menos cierto.
Cuando nos encerramos en
nosotros mismos, lo habitual es “cocernos” en la salsa de nuestra propia frustración,
embebernos en la angustia de una forma compulsiva y recrearnos en la pérdida.
Perder algo que tenemos o que
deseamos mucho siempre lleva aparejado un proceso de duelo. Y el duelo tiene
inexorablemente sus fases.
Pasamos por la negación,
negamos la mayor, no es posible que nos pase a nosotros –nos decimos- …y sin
embargo nos esta pasando!!. Después tratamos de “negociar” lo innegociable,
como si pudiéramos ofrecer algo a un ser misterioso e intangible a cambio de
recuperar lo perdido,… y sin embargo lo perdido no vuelve. Nos entristecemos.
No nos apetece hablar, ni compartir, ni por supuesto tampoco sentir a solas
toda la tristeza que nos embarga, …pero está ahí, justo dentro de nosotros, y
cuanto más nos encerramos más duro nos golpea en la cara el sentimiento. Después
nos enfadamos, sentirnos ira, rabia, por que a nosotros? –nos preguntamos- y
sin hallar respuesta alguna nos enfadamos sin poder evitarlo hasta que,
finalmente, exhaustos, acabamos por aceptar la realidad.
Es difícil aceptar que alguien
no nos ame como nosotros desearíamos. Es difícil aceptar que no hemos
conseguido ese trabajo que tanto necesitamos y para el que nos vemos más que
preparados. Es difícil asumir una traición. Y sin embargo… el mundo no se acaba
aquí!! Por supuesto que no!!. Casi me atrevería a decir que el mundo muchas
veces empieza aquí. Justo aquí. Y para empezar a construir es necesario asumir
primero que esta decepción ha sucedido de verdad y después mantenernos abiertos
al mundo y a todo lo bueno que seguro nos espera. Mantener nuestros ojos,
nuestros oídos y sobre todo nuestro corazón abierto a un futuro mucho más
esperanzador. Aprender de la perdida, reforzarnos en ese aprendizaje y
levantarnos de nuevo.
No hay mal que cien años dure…ni
cuerpo que lo resista – reza el dicho. Si alguien a quien amamos no nos quiere,
alguien vendrá después que nos querrá aún más. Si ese trabajo no salió, pronto vendrán
otras oportunidades que seguramente nos llenen mucho más. Si alguien nos
traicionó, mejor será que lo haya hecho ya y no hayamos invertido más tiempo ni
dedicación en esa persona.
Es cuestión de la actitud con
que lo afrontemos. Y esa actitud, como decía Viktor Frankl, es la única libertad
que nadie puede ni podrá jamás arrebatarnos.
Nica,
No hay comentarios:
Publicar un comentario