"El
humor y el amor son los dos componentes clave
para una vida sana."
Dr.
Patch Adams
Nos
pasamos una buena parte de nuestra vida protestando. Nos quejamos con
vehemencia cuando algún coche se nos cuela en nuestro carril en medio de un atasco.
Se nos desencaja el rostro cuando no llegamos a tiempo a algún sitio. Elevamos
el tono de nuestra voz ante una pequeña discrepancia de opinión con un tercero.
Hay cientos de ejemplos que podría poner. Unas veces lo asumimos con indignación
y otras, si nos pilla el asunto más "cargados" por las tensiones del
día, da igual en muchos casos su importancia, para que al final acabamos
bufando como si fuéramos animales.
El mecanismo
fisiológico está más que estudiado. Nuestro cerebro más primitivo esta alerta
ante cualquier amenaza. Como en las primeras etapas de la evolución humana,
nuestra amígdala está hiperactiva, sólo que ahora lo que consideramos como
"amenaza", muchas veces no debería de ser considerado ni tan siquiera
como una pequeña molestia.
No se
trata de obviar los problemas, todo lo contrario. Se trata más bien de saber
reconocer lo que realmente es un problema, lo que de verdad nos causa
dolor, lo que nos provocaría un proceso de duelo, y distinguirlo de aquellas
cosas que simplemente nos molestan o no nos gustan.
Con el
paso del tiempo he llegado a la conclusión de que además de otras muchas
"terapias" contra el enfado infundado, hay una que tiene un efecto
balsámico, casi como una caricia, y que sin apenas ser conscientes de ello,
borra de un plumazo aquello que de verdad no tiene tanta importancia: el
buen humor.
¡Cuánta
falta nos hace reírnos cada día, disfrutar de las pequeñas cosas y echarnos
unas risas de verdad con alguien que merezca la pena! Los beneficios fisiológicos
de la risa son de sobra conocidos, pero... Alguna vez has pensado lo
extraordinario que puede resultarte pasar un par de horas conversando con
alguien que derroche simpatía y buen humor? De forma similar a como se contagia
el enfado, y acabamos medio amargados cuando pasamos un rato con alguien así,
también se contagia la alegría.
A mi me
gusta compartir esos momentos. Ser consciente de la suerte de contar con
personas que son capaces de transformar un día gris en otro pleno de colores, sólo
con pasar un rato conversando relajadamente y disfrutando de su buen humor. Me
gustan las personas que sonríen y me hacen sonreír. Esas que cuando lees sus mensajes a veces te
hacen soltar casi una carcajada, aunque estés en el sitio más inoportuno para
ello. Me gustan las personas que con su ingenio son capaces de sacarte de un
estado de agotamiento o desasosiego. Me gusta mucho compartir mi tiempo con
personas que, a pesar de sus problemas, saben buscar el momento, el tiempo y
las ganas para hacerme reír, porque cada instante que paso con ellas es un
regalo generoso que me hacen para ser más feliz.
Ojalá tengas
tú también la suerte de tener amig@s así. Y si no fuera así, que tal si
empiezas a transformarte tú mismo en una de esas personas?. ¡Échale un poco de
humor a tu vida, es gratis!.
Nica.
“La
potencia intelectual de una persona se mide
por
la dosis de humor que es capaz de utilizar."
F.
Nietzsche
No hay comentarios:
Publicar un comentario