Amarse a uno mismo es
el principio de una historia de amor eterna.
Oscar Wilde
Veo cada vez con más frecuencia
como, sin darnos cuenta, nos auto descalificamos o tiramos por tierra nuestras
capacidades con sorprendente normalidad. Aunque haya motivos reales y objetivos
para ser críticos con nosotros mismos, el propio hecho de decir frases como “soy
un desastre”, “no doy una” “no hago nada bien”, no son lo que se dice elementos
de lo más motivador para nuestra autoestima.
A pesar de que lo hacemos sin
darle importancia de forma consciente, inconscientemente estas pequeñas “perlas”
que nos soltamos a nosotros mismos casi a diario van minando nuestra moral,
hasta que un buen día empezamos a creernos todas estas cosas de verdad y, lo
que es más grave, a actuar como si fueran ciertas.
Ya hablé en posts pasados de
dos aspectos que tienen mucha relación con este asunto: las creencias
limitadoras y los hábitos. Si tenemos la “costumbre” de soltarnos a nosotros
mismos esas frases a la menor cosa que no hacemos a la perfección (cosas tan
simples como derramar la leche, olvidarnos de algo al hacer la compra o no encontrar las llaves), lo cierto es que vamos creando un hábito
peligroso. Un hábito en el que nuestro YO más profundo recibe con demasiada
frecuencia estímulos y consignas negativas. Este hábito acaba por convertirse
en algo muy creíble y ahí nace una creencia limitadora de la que nos costara
mucho despojarnos. Eso si algún día llegamos a ser conscientes de ello!.
Pero… ¿qué pasaría si en vez de
frases negativas nos diera por recordarnos en voz alta y con la debida
frecuencia, todas esas cosas que hacemos bien?. Pues pasaría lo mismo! Generaríamos
un hábito, y esas cosas se grabarían en nuestro inconsciente hasta que nos las creyéramos
sin dudarlo ni un segundo. Solo que en este caso servirían para potenciar y
hacer aún mejor todo eso que ya hacemos bien, porque sin duda, al creerlas, actuaríamos
como si fueran una verdad incuestionable.
No deja de ser curioso que
seamos mucho más tolerantes con los demás que con nosotros mismos, cuando el único
compañero de viaje que tenemos la absoluta certeza de que nos va a acompañar en
nuestra vida es uno mismo.
Quiérete mucho, cuídate cada día,
ajusta tu nivel de autocrítica (…y esas frasecillas que te dices en voz baja), reconócete
todas las cosas que haces bien (que seguro que son unas cuantas) y empieza a
disfrutar de un nuevo modo de vivir el presente, sin duda mucho más sano para
tu espíritu.
Nica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario