lunes, 3 de febrero de 2014

QUIERETE MUCHO


Amarse a uno mismo es 
el principio de una historia de amor eterna.

Oscar Wilde

Veo cada vez con más frecuencia como, sin darnos cuenta, nos auto descalificamos o tiramos por tierra nuestras capacidades con sorprendente normalidad. Aunque haya motivos reales y objetivos para ser críticos con nosotros mismos, el propio hecho de decir frases como “soy un desastre”, “no doy una” “no hago nada bien”, no son lo que se dice elementos de lo más motivador para nuestra autoestima.

A pesar de que lo hacemos sin darle importancia de forma consciente, inconscientemente estas pequeñas “perlas” que nos soltamos a nosotros mismos casi a diario van minando nuestra moral, hasta que un buen día empezamos a creernos todas estas cosas de verdad y, lo que es más grave, a actuar como si fueran ciertas.

Ya hablé en posts pasados de dos aspectos que tienen mucha relación con este asunto: las creencias limitadoras y los hábitos. Si tenemos la “costumbre” de soltarnos a nosotros mismos esas frases a la menor cosa que no hacemos a la perfección (cosas tan simples como derramar la leche, olvidarnos de algo al hacer la compra o no encontrar las llaves), lo cierto es que vamos creando un hábito peligroso. Un hábito en el que nuestro YO más profundo recibe con demasiada frecuencia estímulos y consignas negativas. Este hábito acaba por convertirse en algo muy creíble y ahí nace una creencia limitadora de la que nos costara mucho despojarnos. Eso si algún día llegamos a ser conscientes de ello!.

Pero… ¿qué pasaría si en vez de frases negativas nos diera por recordarnos en voz alta y con la debida frecuencia, todas esas cosas que hacemos bien?. Pues pasaría lo mismo! Generaríamos un hábito, y esas cosas se grabarían en nuestro inconsciente hasta que nos las creyéramos sin dudarlo ni un segundo. Solo que en este caso servirían para potenciar y hacer aún mejor todo eso que ya hacemos bien, porque sin duda, al creerlas, actuaríamos como si fueran una verdad incuestionable.

No deja de ser curioso que seamos mucho más tolerantes con los demás que con nosotros mismos, cuando el único compañero de viaje que tenemos la absoluta certeza de que nos va a acompañar en nuestra vida es uno mismo.

Quiérete mucho, cuídate cada día, ajusta tu nivel de autocrítica (…y esas frasecillas que te dices en voz baja), reconócete todas las cosas que haces bien (que seguro que son unas cuantas) y empieza a disfrutar de un nuevo modo de vivir el presente, sin duda mucho más sano para tu espíritu.


Nica.

No hay comentarios: