Leyendo hace pocos días unos artículos sobre
liderazgo empresarial me vino a la cabeza la idea de hasta donde aplicamos esos
principios, que según parece generan resultados tan deseables, en nuestra
propia vida.
Es un hecho que en la mayoría de las organizaciones más
competitivas y exitosas se cuenta con líderes que, en gran medida, son artífices
de los buenos resultados que se consiguen. Líderes que saben combinar su
capacidad de visionar una hoja de ruta a futuro, con habilidades de
comunicación y escucha, consiguiendo generar motivación en las personas. Líderes
que consiguen germinar el compromiso de los equipos humanos haciéndoles partícipes,
y que crean armonía conectando a los individuos entre si consiguiendo obtener
lo mejor de cada uno.
Si esto es así, ¿por qué no reflexionamos un poco
sobre la cuestión y nos ponemos manos a la obra para liderar nuestra propia
vida?
Quizás si somos capaces de analizar con sosiego en
qué somos buenos y no tan buenos, quienes pueden ayudarnos a alcanzar nuestras
metas y qué o a quien debemos mantener alejado de nuestro camino… Quizás si
escuchamos a nuestro cuerpo y nuestras emociones con mas frecuencia, si
aprendemos a leer en nuestros comportamientos, a identificar nuestras creencias…
Quizás si conectamos con nosotros mismos, nos autocriticamos menos y ensalzamos
mas todo aquello valioso que llevamos dentro… quizás entonces seremos capaces
de orientarnos más a lo que realmente queremos alcanzar, encontraremos una
mayor motivación y fuerza interior para luchar por ello, aun incluso en
situaciones adversas. Será entonces cuando sentiremos si es el momento en que estamos
preparados para asumir nuevos retos y todo esto, además, lo haremos en armonía con
nosotros mismos.
Soy de la opinión de que, llegado un determinado
momento en nuestra vida, nadie más que nosotros mismos debería dirigir el timón
de nuestras decisiones. Nadie más que nosotros debería decirnos cuál es el
camino a seguir en cada momento, ni qué es aquello por lo cual merece la pena
luchar. Ni debería tampoco nadie tener el atrevimiento de criticar, lo que a sus
ojos, no es adecuado para nosotros.
Todas las respuestas a nuestras grandes cuestiones
vitales están en realidad dentro de nosotros mismos, la única dificultad es
disponer de la luz suficiente para verlas.
La receta no es sencilla. No se adquieren
competencias para liderar nuestra vida de la noche a la mañana, pero sin duda,
si decides que quieres hacerlo y te lo propones, con un poco de ayuda, seguro
que lo consigues.
¡Animo!, no dejes que otros lo hagan por ti, busca tu
hoja de ruta personal, tus auténticos propósitos y conecta contigo mismo hasta alcanzarlos. Tú eres tu mejor recurso!
Nica.
Uno
que no sepa gobernarse a sí mismo, ¿cómo sabrá gobernar a los demás?
Confucio