martes, 28 de enero de 2014

CIAO ANSIEDAD

"Mi conciencia tiene para mi más peso
que la opinión de todo el mundo"

Cicerón

Seguro que en algún momento de tu vida has pasado por situaciones, personales o profesionales, que te han generado estrés. Algún momento de esos en los que sientes que tienes las emociones a flor de piel, que cualquier pequeña cosa podría hacerte estallar y perder el control de lo que haces o dices.

Muchas veces no se trata de un hecho de gran impacto el que nos provoca ese estado, sino más bien de una concatenación de pequeñas situaciones que no somos capaces de gestionar, desde un punto de vista emocional, una a una y a su debido tiempo.

En ocasiones nos empeñamos, erróneamente, en demostrar a nuestro entorno lo buenos que somos entrenando, estudiando, trabajando o haciendo cualquier otra actividad. Elevamos forzadamente nuestro “listón”, sin que de verdad represente un reto atractivo para nosotros, simplemente por demostrar algo a un tercero. Buscamos y nos fijamos en estándares que no son reales ni siquiera accesibles. Imágenes o referencias desvirtuadas que vemos a través de cualquiera de los muchos medios a los que podemos acceder.

Como consecuencia de esto, empezamos a volvernos susceptibles, con ganas de llorar o gritar cuando la cosa más insignificante no sale como esperamos. A veces se altera nuestra capacidad para dormir. Lo hacemos de forma interrumpida, a sobresaltos y con espacios en blanco a lo largo de la noche, lo que contribuye a que no descansemos lo mas mínimo, nos fatiguemos a poco que hagamos, y esa sensación de malestar interior se agudice.

Si cuando nuestro cuerpo emite estas señales no somos capaces de escucharle y por el contrario, seguimos asumiendo más y más carga en nuestra “mochila personal”, al final llega un momento en que no podemos más. Sentimos que el mundo se nos cae encima, que no podemos afrontar nada más porque, simplemente, no tenemos fuerzas, y es entonces cuando podemos llegar a tener que enfrentarnos con ese enemigo silencioso que es la ansiedad.

Ese enemigo que se va acomodando en nuestro interior, generándonos un miedo infundado a las cosas más simples de nuestra vida, pero lo hace poco a poco, con sigilo. Cosas cotidianas como viajar, hablar en una reunión, proponer alguna idea, etc., se nos hacen cuesta arriba y decidimos no afrontarlas, relegándonos aún más a un encierro voluntario de lo más doloroso. Sentimos angustia, dolor, incapacidad e infelicidad. Pero no olvidemos que parte de esas sensaciones las compartimos y transmitimos además a los que nos rodean, a nuestros seres más queridos.

Existen muchas técnicas de probado éxito para atajar esta situación, pero quizás la más simple de todas ellas sea la prevención. No te autoexijas más allá de por aquellas cosas que de verdad desees alcanzar. No vuelques tus esfuerzos en demostrar nada a nadie, sino en mostrar aquello que haces con pasión y convicción y de lo cual disfrutas. Ponte retos que te hagan feliz a ti, no a otros. Y por supuesto, si alguna de estas cosas se te pasa, procura no olvidarte nunca de escuchar a tu cuerpo, porque en sus señales esta la verdadera pista para resolver a tiempo muchos de tus males.

¡Animo! que de esto también se sale, te lo puedo asegurar.

Nica.


domingo, 19 de enero de 2014

EL HABITO SI HACE LA FELICIDAD

De vez en cuando observamos con sorpresa e incluso me atrevería decir que hasta con algo de envidia, que personas de nuestro entorno consiguen “fácilmente” lo que persiguen. Es entonces cuando nos asaltan las dudas sobre qué métodos seguirán para conseguir “siempre” lo que se proponen, cuando a nosotros rara vez nos salen las cosas como nos las habíamos imaginado. Esto nos vale tanto para aprender a tocar un instrumento musical, conseguir adelgazar, dejar de fumar o sacar una asignatura que se nos había atragantado.

En realidad, no hay ninguna receta mágica más allá de una buena planificación y el arte de crear los hábitos correctos. Dividir los grandes retos en tareas más pequeñas, organizarlas en el tiempo y …repetir, repetir y repetir. La pregunta sería ahora, ¿Cómo desarrollar estos buenos hábitos?. En mi opinión hay dos factores clave. El primero, querer desarrollarlos y el segundo comprender el proceso.

En cuanto al proceso es bastante sencillo, nuestros valores (si quieres puedes echarle un vistazo a mi post de diciembre pasado sobre esto), provocan pensamientos que a su vez generan actitudes frente a las cosas o las circunstancias, y éstas a su vez configuran nuestras acciones. Cuando repetimos acciones es cuando realmente generamos un hábito y en consecuencia obtendremos unos resultados derivados de ello.

Resulta bastante frustrante tratar de cambiar el final de la cadena, los resultados, obviando todos los eslabones anteriores. Conseguiremos poco o nada. La realidad es que si queremos buenos resultados, debemos generar buenos hábitos, aprendiendo a gestionar nuestros pensamientos y la coherencia de estos con nuestros valores.

El problema muchas veces radica en que para crear buenos hábitos hay que erradicar antes los malos hábitos que tenemos y eso cuesta, porque como no dejan de ser hábitos, el hecho de cambiarlos supone un esfuerzo de transformación y nuestra mente no siempre es lo diligente que sería deseable, y se empeña en quedarse en su zona de confort y decir que NO! a ningún movimiento que queramos hacerle.

Pero que cueste, que haya que ser perseverante y echarle energía al asunto no significa ni mucho menos que no sea posible. Se pueden cambiar los malos hábitos y sustituirlos por los buenos, lo que nos llevara entonces a cambiar esos resultados de nuestra vida que no nos gustan y en definitiva, a ser más felices.

Pero.. cuanto tardamos en cambiar un hábito?? Realmente muy poco. El inicio del cambio comienza cuando realmente decidimos que QUEREMOS CAMBIAR. Querer hacer algo y estar convencidos de ello, comprometidos fuertemente con nuestra decisión, nos aporta la fuerza necesaria para sortear las resistencias de nuestro cerebro a salir de la zona de confort. Querer es el mejor combustible para movilizar el cambio que necesitamos en nuestros pensamientos, en nuestras emociones y en nuestras acciones. Y por supuesto en nuestros hábitos.

Busca la motivación para eso que quieres cambiar, deséalo con fuerza, visualízate consiguiéndolo y establece un plan de acción. Los buenos resultados ya están en camino.


NICA.

"Si seguimos haciendo lo que estamos haciendo,
seguiremos consiguiendo lo que estamos consiguiendo"

Stephen Covey

jueves, 2 de enero de 2014

PUEDES HACER MIL COSAS (PERO NO A LA VEZ!)

Durante muchos años he presumido de hacer muchas cosas a la vez, como si esto fuera realmente una fortaleza que reforzaba mis capacidades. No hace mucho descubrí lo equivocada que estaba. Está comprobado científicamente que el cerebro puede recibir y procesar poca información de una sola vez, y si esta viene de fuentes distintas la cuestión se dificulta, la memoria a corto plazo no asimila bien y se cometen errores.

Pensando en todas esas personas que pronto deberán enfrentarse a los exámenes, o en aquellos que necesitan mejorar su rendimiento en el trabajo, quiero compartir con vosotros las ideas que me ayudaron a mejorar la atención y a ser más eficiente en el esfuerzo.

1.    Hacer una lista de tareas y priorizarlas (“To do list”). Es esencial incluir TODAS las actividades que tengas pendientes, ya que de otra forma se quedarán “pendientes en tu memoria” y te restarán energía. Recuerda no dar siempre prioridad a lo urgente o a las tareas en que más te insistan otros, sino a las realmente importantes y complejas aunque haya que dividirlas para poder digerirlas al completo. Y mantén tu lista actualizada!!

2.    Planificar en el tiempo: planear y repartir los tiempos. Sin olvidar los descansos y las pausas!! El cerebro necesita una pausa para un café, un recado o hacer algo manual, cada hora y media, como mucho. No olvides que una mente agotada y tensa nunca funcionará de forma óptima.

3.   Utilizar mi primetime. Todos tenemos una determinada franja horaria del día donde mentalmente estamos “a tope”, con más energía. Ese será el mejor momento para acometer aquellas tareas más complejas y que más concentración exigen. Obsérvate para detectar cuáles son tus mejores horas y no planifiques en ellas, a ser posible, tareas simples u otras actividades lúdicas por mucho que te puedan apetecer.

4.   De una en una. No te focalices en varias tareas a la vez. Agrúpalas en paquetes. si estas estudiando, dedica un tiempo a hacer resúmenes, otro a memorizar, otro a hacer problemas. Si estás trabajando dedica un tiempo a contestar emails, otro a redactar informes, otro a leer y otro a reuniones si te es posible. Concentrar actividades similares te ayudara a sacar más rendimiento del tiempo.

5.   No dejarme interrumpir. Esfuérzate por reservar un tiempo para tu concentración y díselo a tu entorno. Si te es posible, mantén el móvil alejado y no caigas en la tentación de sentir que otros te necesitan. Por supuesto que sí!!, pero ayudaras más y mejor si has cumplido contigo mismo. Si estas en una oficina, busca los momentos de mayor tranquilidad (menor ruido, reuniones, llamadas…).

6.    Buscar el sosiego. Aunque hablaré de esto en otro post, no quiero olvidar algo que es importante. Busca tu espacio de tranquilidad. Y si es necesario cambia de emplazamiento el actual. Resetea tus hábitos y evita que tus pensamientos vuelen lejos de ti. Un entorno silencioso (aunque sea con ayuda de unos tapones) o con música suave, te ayudara a concentrarte.

Espero que estas ideas te ayuden a sacar el máximo provecho a tu tiempo y esfuerzo y a alcanzar los mejores resultados. Animo!


Nica