A veces
nos pasan desapercibidas circunstancias en nuestra vida, que tienen
consecuencias importantes en la forma en que nos comportamos a partir de esos
eventos.
No tienen
necesariamente que ser cosas negativas, también las positivas marcan un antes y
un después en nuestra existencia, tanto en el plano personal como profesional.
Una nueva pareja, un hijo, un nuevo entorno laboral, una nueva ciudad donde
vivir... Cualquier evento relevante en nuestra vida nos deja huella de una
forma u otra.
Por la
propia capacidad de adaptación del ser humano, aprendemos a vivir en esas
nuevas circunstancias, nos amoldamos a ellas y llegamos a cambiar cosas
esenciales de nosotros mismos. Sin darnos cuenta. Sin ser conscientes.
Hoy quiero
reivindicar desde aquí el despertar de esas cosas tan esenciales que hemos
dejado alguna vez atrás, dormidas, arrinconadas, casi muertas en un rincón
oscuro de nuestro interior y que sin embargo eran relevantes para nosotros. Nos
gustaban, formaban parte de nuestra esencia, éramos felices comportándonos de
esa manera, sentíamos nuestra propia identidad... Y sin embargo las
subordinamos como sí no fueran importantes. Un error, porque realmente lo son,
y tarde o temprano llaman a nuestra puerta de nuevo para no irse jamás, a veces
de la forma más inesperada.
Comparto
esto con vosotros porque yo he pasado por esto. Porque un buen día decidí asumir
roles con tal solemnidad que acabe olvidándome de mi misma, sin comprender que
eso tiene un coste, genera un desgaste terrible y un día, incluso puede
hacerte explotar en mil pedazos. Hoy sé que nuestra esencia no muere nunca, está
dentro de nosotros, expectante, dispuesta a que un día le permitamos volver a
salir a la luz.
Y cuando
sale, cuando despierta, de pronto vuelves a sentirte feliz, exultante, viva,
llena. Da igual lo que esté pasando a tu alrededor. Vuelves a sentirte en armonía
contigo misma. Vuelves a sentir eso que creías definitivamente perdido, vuelves
a ser tú, quien siempre fuiste. Y vuelves a reconocer en cada comportamiento
momentos del pasado que hicieron que hoy seas como eres.
Hoy sé que
no debemos permitir que esos cambios, esas nuevas situaciones, aunque
importantes, nos resten identidad. Cambiarán los roles que asumimos en
determinados momentos de la vida, pero será importante no perder de vista quien
somos de verdad, y también quien fuimos. Porque sólo así podremos aportar
equilibrio a nuestro entorno y vivir en armonía con nosotros mismos. Felices y
en paz.
Para M.G. por cuidarme
siempre, dormida o despierta.
Para B.F. por ayudarme
a despertar de nuevo.
Nica.
Escucha
esto mientras lo lees. Ojalá te aporte tanta energía positiva como a mi.