domingo, 2 de marzo de 2014

CRONOLOGIA DE UN CAMBIO: PRIMAVERA

Cada día me miro en el espejo y me pregunto: "Si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer hoy?". Si la respuesta es "No" durante demasiados días seguidos, sé que necesito cambiar algo.

Steve Jobs

Hace ya unos cuantos posts que escribí sobre lo duro que le puede resultar al ser humano el inicio de un cambio. Esos primeros síntomas donde sientes que algo que antes iba ya no va, y donde intuyes también que ese algo que era estable y confortable en tu vida, pronto va a dejar de serlo.

Mucho se debate sobre la necesidad de ser flexibles al cambio, pero la cruda realidad parece ser que por mucho que nos empeñemos en ello, afrontar una transformación personal profunda, suele dejar sus huellas y no siempre resulta fácil.

Incluso cuando el cambio es claramente “para mejor” nos cuesta deshacernos del peso de la costumbre, de la práctica de lo habitual. Hace pocos días he tenido la ocasión de ver el pesar de un niño, habitualmente tan flexibles, ante algo hipotéticamente estimulante como puede ser la reforma de su habitación. Dejar atrás los recuerdos de una etapa pasada de la vida, como si con ello nos traicionáramos a nosotros mismos, no es nunca tarea fácil. ¿Que podríamos sentir entonces cuando decidimos cambiar de trabajo o de pareja porque aquello que un día nos hizo felices ya no es acorde con nuestro propio yo?

La realidad, lo aceptemos con facilidad o no, es que la vida es una sucesión de cambios, un conjunto alquímico de pequeñas y grandes transformaciones que van ayudándonos a escribir los capítulos de nuestra existencia. Con el paso del tiempo (que dicen, todo lo cura) solemos darnos cuenta de lo necesarios que resultaron esos cambios del pasado para llegar a ser lo que hoy somos, aunque muchos de ellos nos hayan resultado dolorosos en un principio.

Soy de la opinión de que es precisamente en esas transformaciones donde más aprendemos y crecemos en nuestro mundo interior, y creo que es sobre todo cuando ya hemos transitado por esa “travesía del desierto” particular, cuando más somos capaces de apreciar la cara amable de la vida, cuando más recursos personales llevamos en nuestra mochila y cuando más entrenados estamos para afrontar con éxito los avatares de la vida.

No todos somos igual de flexibles ni aceptamos de igual grado salir de nuestra cálida y apacible “zona de confort”, pero sí que es conveniente que nos empeñemos y hagamos un esfuerzo por descubrir esa parte buena, apasionante y única que, aun a veces un poco escondida, se encuentra en cada cambio, obligado o no, de nuestra vida.


Nica.