No considero libre a quien no
tiene algunas veces sus ratos de ocio.
Cicerón
Cada mañana al levantarme intento planificar el día
y encontrar el momento adecuado para hacer cada cosa que tengo previsto hacer. Hasta
aquí incluso podría pensar que está estupendo actuar así, de forma tan
organizada, … si no fuera porque de vez en cuando intento “meter” con calzador,
en mis “escasas” 24 hora del día, muchas más cosas de las que en realidad tienen
cabida.
No es raro que se nos ocurra la idea (descabellada) de
tratar de acomodar en un día cualquiera un montón de tareas simples, con poca
dificultad y que una a una puede que hasta te resulten satisfactorias (trabajar,
estudiar, leer algún libro, hacer deporte, ver una película, disfrutar de una conversación
con tu gente, dar un paseo, hacer la compra, escribir, “whatsupear”…). El único
problema es que quizás sean demasiadas para hacerlas una detrás de otra en las escasas
14 o 16h que nos quedan del día, quitando el tiempo dedicado a dormir y
alimentarnos.
Cuando actúas así, el resultado es que para acomodar
todo acabas corriendo de un lado a otro, sin aliento y sin encontrar un momento
de sosiego necesario para pararte a pensar o para saborear, como os decía en mi
anterior post, los detalles de las cosas.
Para no romper a llorar (o a gritar, según el caso),
solemos pensar ilusos que pronto (aunque realmente queden meses) llegarán las
ansiadas vacaciones en las que podremos descansar a gusto. El problema es que
cuando por fin llegan, las apuramos tanto que es casi como si no las hubiéramos
tenido.
Después de unas cuantas veces de experimentar esta
desagradable sensación he llegado a la conclusión de que más vale ir tomándonos
pequeños momentos de relax cotidianos que esperar al “gran relax”. Y también de
que más vale hacer poco pero bien y disfrutándolo con la mayor plenitud posible,
que no muchas actividades a la carrera en la que casi ni nos damos cuenta de lo
que hacemos. Y lo que es peor, con las que dejamos a los demás “a medias”.
Quizás pienses que en tu caso no es posible,
que no tienes más remedio que ir siempre a la carrera, que ya te gustaría a ti
tomarte un respiro… yo también pensaba así, pero creo que aunque nos parezca difícil,
merece la pena intentarlo, porque poco a poco vamos “aprendiendo” y ajustándonos
a la realidad, y con ello conseguimos prevenir el estrés y la ansiedad de forma
efectiva.
No te sientas culpable por parar un poco, no
necesitas demostrar a nadie que eres Superman o Superwoman. Trata de divertirte
con cada cosa que hagas, y sobre todo de esas que haces en compañía. Y si
tienes un rato libre, simplemente, disfrútalo!.
Nica.