domingo, 23 de febrero de 2014

RELAX

No considero libre a quien no tiene algunas veces sus ratos de ocio.

Cicerón

Cada mañana al levantarme intento planificar el día y encontrar el momento adecuado para hacer cada cosa que tengo previsto hacer. Hasta aquí incluso podría pensar que está estupendo actuar así, de forma tan organizada, … si no fuera porque de vez en cuando intento “meter” con calzador, en mis “escasas” 24 hora del día, muchas más cosas de las que en realidad tienen cabida.

No es raro que se nos ocurra la idea (descabellada) de tratar de acomodar en un día cualquiera un montón de tareas simples, con poca dificultad y que una a una puede que hasta te resulten satisfactorias (trabajar, estudiar, leer algún libro, hacer deporte, ver una película, disfrutar de una conversación con tu gente, dar un paseo, hacer la compra, escribir, “whatsupear”…). El único problema es que quizás sean demasiadas para hacerlas una detrás de otra en las escasas 14 o 16h que nos quedan del día, quitando el tiempo dedicado a dormir y alimentarnos.

Cuando actúas así, el resultado es que para acomodar todo acabas corriendo de un lado a otro, sin aliento y sin encontrar un momento de sosiego necesario para pararte a pensar o para saborear, como os decía en mi anterior post, los detalles de las cosas.

Para no romper a llorar (o a gritar, según el caso), solemos pensar ilusos que pronto (aunque realmente queden meses) llegarán las ansiadas vacaciones en las que podremos descansar a gusto. El problema es que cuando por fin llegan, las apuramos tanto que es casi como si no las hubiéramos tenido.

Después de unas cuantas veces de experimentar esta desagradable sensación he llegado a la conclusión de que más vale ir tomándonos pequeños momentos de relax cotidianos que esperar al “gran relax”. Y también de que más vale hacer poco pero bien y disfrutándolo con la mayor plenitud posible, que no muchas actividades a la carrera en la que casi ni nos damos cuenta de lo que hacemos. Y lo que es peor, con las que dejamos a los demás “a medias”.

Quizás pienses que en tu caso no es posible, que no tienes más remedio que ir siempre a la carrera, que ya te gustaría a ti tomarte un respiro… yo también pensaba así, pero creo que aunque nos parezca difícil, merece la pena intentarlo, porque poco a poco vamos “aprendiendo” y ajustándonos a la realidad, y con ello conseguimos prevenir el estrés y la ansiedad de forma efectiva.

No te sientas culpable por parar un poco, no necesitas demostrar a nadie que eres Superman o Superwoman. Trata de divertirte con cada cosa que hagas, y sobre todo de esas que haces en compañía. Y si tienes un rato libre, simplemente, disfrútalo!.


Nica.

domingo, 16 de febrero de 2014

LA SEGUNDA OPORTUNIDAD

“Aprovecha la oportunidad en todas las cosas;
no hay mérito mayor

Píndaro

Ayer vi una película que me hizo reflexionar. El filme, “Una cuestión de tiempo”, relata de forma simple la importancia de fijarse en los detalles de cada una de las cosas que pasan en nuestro día a día. Cosas sencillas, cotidianas, que no por ello dejan de ser importantes. A través del don de poder viajar a cualquier momento pasado de su vida y cambiarlo, el protagonista toma conciencia, y hace que el espectador también lo haga, de los impactos de las pequeñas o grandes decisiones de nuestra vida.

Siempre he estado convencida, y más aun con el paso de los años, de la importancia de los detalles. Más de una vez he comentado en algún post lo habitual que es que vayamos con el piloto automático encendido… casi de forma permanente. Y también lo peligroso que resulta comportarse así. La conciencia nos hace dueños, en gran medida, de nuestras decisiones pero además de eso, nos permite saborear con mayor intensidad cada circunstancia.

Seguramente en más de una ocasión nos ha dado por pensar lo estupendo que sería tener una segunda oportunidad, poder cambiar la forma en que nos comportamos en algún momento del pasado, dando por hecho que con ello podríamos mejorar nuestra realidad actual, nuestra sensación de bienestar y nuestra felicidad en la vida. Sin embargo, pocas veces nos da por pensar que una buena y sencilla forma de mejorar nuestro estado de ánimo es fijarse en los detalles de cada contacto personal que tenemos en el día a día.

Alguien sabio dijo que una buena forma de ser felices, es vivir cada día con la misma intensidad que aplicaríamos si fuera el último de nuestra vida. Porque la vida no suele dar segundas oportunidades pero si primeras, que no solemos pararnos a saborear en toda su extensión y que solemos dejar pasar a medio consumir, sin darles la debida importancia.

No podemos cambiar el pasado, pero si podemos aprovechar más el presente y, de paso, ir construyendo poco a poco nuestro futuro. Saborea cada instante como si fuera el último, conecta con todos tus sentidos cuando estés con otras personas para sentir la realidad en toda su extensión, evita hacer muchas cosas a la vez, porque distraerá tu atención y dejarás de ser del todo consciente, y sobre todo, permanece atento a los detalles, porque en las pequeñas cosas de la vida se encuentra la llave para ser más felices cada día.

Nica.


domingo, 9 de febrero de 2014

MEDIO LLENA

“Dirige tu mirada hacia el sol,
y la sombra quedará detrás de ti.”

Proverbio Persa

Es verdad que a mí siempre me ha ido más buscar el lado positivo que el negativo que hay en cualquiera de las cosas que nos pasan en la vida. Así que, seguramente, estas reflexiones estarán bastante impregnadas con esta visión subjetiva.

Es verdad también que la mayor parte de mi entorno cree que tengo algo de suerte y aunque ya compartí con vosotros en otro post mi opinión sobre el tema de la suerte, lo cierto es que yo no voy a ser quien lo niegue, porque pese a haber pasado por algún que otro trance bastante desagradable, en general me siento muy feliz con la vida que he tenido y más aún con la que tengo actualmente.

Quizás por estas dos verdades, a veces me da por pensar por qué muchas personas se empeñan en buscarle el puntito negativo a cada cosa que les pasa. Como bien dice Victor Kuppers, a menos que hayas perdido o tenga una grave enfermedad alguien a quien quieras mucho o tú mismo, lo cierto es que tenemos más motivos para ver, aunque solo sea de vez en cuando, el lado positivo de nuestras vivencias. Lo que suele suceder es que, habitualmente, no estamos entrenados para ello.

Tengo un buen amigo que de un tiempo a esta parte se pasa gran parte del día diciendo “esto es una mierda”. Lo dice tantas veces que parecería que de verdad está rodeado de cacas por todos lados. Muchas veces me paro a pensar si no tendrá él la razón y seré yo la que estoy equivocada en mi percepción, porque, como es bien conocido, cada uno percibimos un prisma distinto de la realidad. Es un tío divertido, tiene una familia estupenda, trabaja en lo que le gusta y con quien le gusta, no tiene ningún jefe medio lelo y engreído a quien aguantar cada día (eso ya consiguió quitárselo de encima) y además gana un montón de dinero. Sin embargo a veces tengo la impresión de que llevara siempre puestas unas gafas de cristales mágicos que le hicieran ver todo de color de hormiga.

Yo soy de la opinión de que, o consigues cambiar los cristales mágicos de tus gafas por otros más positivos o estás perdido. No eres consciente de lo bueno que tienes, sueles ir de bastante mal humor, lo que supone una fuga de energía para ti y para los que te rodean, que poco a poco suelen tomar distancia de las personas en semejante estado, aunque esa persona seas TÚ. Y para colmo, contribuyes a debilitar tu sistema inmunológico, con lo que con mucha frecuencia andas con dolor de cabeza, de tripa o constipado. 

Vamos, que la vida son dos días y si encima te empeñas en que esos días hace un tiempo de perros cuando solo hay una nubecilla de nada, pues lo cierto es que tu propia vida se te escapará de las manos imaginándote lo bueno que será cuando lleguen tiempos mejores, cosa que difícilmente serás capaz de percibir en su auténtica dimensión.

Anímate, cambia los “cristales mágicos de tus gafas”, y esfuérzate un poquito más por ver el lado positivo de lo que va transcurriendo en tu vida. Seguramente llegue un momento en el que alcanzaras a ver la botella medio llena y como consecuencia de ello, serás mucho más feliz.


Nica

... Y si aun te quedan dudas, échale un vistazo a este trailer...




lunes, 3 de febrero de 2014

QUIERETE MUCHO


Amarse a uno mismo es 
el principio de una historia de amor eterna.

Oscar Wilde

Veo cada vez con más frecuencia como, sin darnos cuenta, nos auto descalificamos o tiramos por tierra nuestras capacidades con sorprendente normalidad. Aunque haya motivos reales y objetivos para ser críticos con nosotros mismos, el propio hecho de decir frases como “soy un desastre”, “no doy una” “no hago nada bien”, no son lo que se dice elementos de lo más motivador para nuestra autoestima.

A pesar de que lo hacemos sin darle importancia de forma consciente, inconscientemente estas pequeñas “perlas” que nos soltamos a nosotros mismos casi a diario van minando nuestra moral, hasta que un buen día empezamos a creernos todas estas cosas de verdad y, lo que es más grave, a actuar como si fueran ciertas.

Ya hablé en posts pasados de dos aspectos que tienen mucha relación con este asunto: las creencias limitadoras y los hábitos. Si tenemos la “costumbre” de soltarnos a nosotros mismos esas frases a la menor cosa que no hacemos a la perfección (cosas tan simples como derramar la leche, olvidarnos de algo al hacer la compra o no encontrar las llaves), lo cierto es que vamos creando un hábito peligroso. Un hábito en el que nuestro YO más profundo recibe con demasiada frecuencia estímulos y consignas negativas. Este hábito acaba por convertirse en algo muy creíble y ahí nace una creencia limitadora de la que nos costara mucho despojarnos. Eso si algún día llegamos a ser conscientes de ello!.

Pero… ¿qué pasaría si en vez de frases negativas nos diera por recordarnos en voz alta y con la debida frecuencia, todas esas cosas que hacemos bien?. Pues pasaría lo mismo! Generaríamos un hábito, y esas cosas se grabarían en nuestro inconsciente hasta que nos las creyéramos sin dudarlo ni un segundo. Solo que en este caso servirían para potenciar y hacer aún mejor todo eso que ya hacemos bien, porque sin duda, al creerlas, actuaríamos como si fueran una verdad incuestionable.

No deja de ser curioso que seamos mucho más tolerantes con los demás que con nosotros mismos, cuando el único compañero de viaje que tenemos la absoluta certeza de que nos va a acompañar en nuestra vida es uno mismo.

Quiérete mucho, cuídate cada día, ajusta tu nivel de autocrítica (…y esas frasecillas que te dices en voz baja), reconócete todas las cosas que haces bien (que seguro que son unas cuantas) y empieza a disfrutar de un nuevo modo de vivir el presente, sin duda mucho más sano para tu espíritu.


Nica.

sábado, 1 de febrero de 2014

DISFRUTAR DE LA VIDA


Es curioso, pero siempre que pasamos por un mal momento, la gente que nos rodea nos dice cosas como “tienes que disfrutar de la vida!!”. En medio del claroscuro que supone para nosotros la percepción de nuestro mundo cuando estamos pasando por alguna crisis, estresados, ansiosos, sin amor, con problemas laborales o con dificultades económicas…, esta frase suele sonarnos a canto de sirenas: “¿disfrutar de la vida? ¿Yo?, con todo lo que tengo encima, es imposible”.

Pues bien, hoy quiero compartir con vosotros las pequeñas cosas que para mi suponen “disfrutar de la vida”, y de las que me ocupo en ser bien consciente cuando paso por algún momento difícil.

Disfrutar de la vida es cuando me puedo dar un largo paseo disfrutando del entorno. No importa si hace algo de frio o calor. Me pongo unas zapatillas de deporte, algo de música en los auriculares y me lanzo a caminar. Cuando el aire me da en la cara y noto que todo mi cuerpo se pone en marcha me siento tremendamente viva, y eso me permite ser mas consciente de que, a pesar de esos problemas cotidianos, soy dueña de mis propios pasos, de elegir el camino que cojo. Igual que, en mayor o menor medida, en la vida.

Disfrutar de la vida es también cuando puedo comer alguno de mis platos favoritos. Ese olor de la comida bien hecha y esa visión de lo que voy a poder saborear en breve y tanto me gusta, suele hacerme muy feliz. Es verdad que desde siempre me ha gustado el buen comer, pero quizás ahora, lo disfruto con mayor intensidad. Olor, sabor y visión se combinan en una sensación que me enriquece globalmente y que me llena, no solo el estómago, sino el espíritu.

Disfrutar de la vida es cuando soy capaz de encontrar un rato de tranquilidad para leer ese libro o para ver esa película o serie que tanto me gusta. Algo de silencio y un sitio cómodo son suficientes para que me sienta en la gloria, desaparezca del mundanal ruido y experimente una sensación de satisfacción difícil de describir.

Podría contaros infinidad de detalles que me hacen sentir bien, como quedarme dormida en el sofá después de todo el día de acá para allá, reírme a carcajadas de cualquier tontería con las personas que quiero, ver un buen partido de futbol, ir a dar clase, darme una ducha con mi gel de baño favorito o simplemente escribir un post para este blog y tener la ilusión de que alguien lo va a leer y le va a servir de algo. Disfrutar de la vida es ser consciente de las pequeñas cosas que podemos hacer y sacarles todo el sabor. Es no olvidarnos de que, aunque no todo sea de color de rosa, tenemos muchas cosas buenas cerca, que nos hacen sentirnos bien y de las que casi ni nos damos cuenta.

Échale una pensada a esas pequeñas cosas que, aunque en tu vida no todo sea perfecto, puedes encontrar y que te hacen sentir bien. Y céntrate en disfrutarlas porque son, precisamente esas cosas, las que harán tu vida mejor.

Nica

La vida no consiste en recordar el pasado con nostalgia, ni esperar el futuro con ansiedad... ¡sino en vivir el presente con pasión!


(Anónimo)