domingo, 20 de abril de 2014

ESTAMOS PREPARADOS?

No olvidemos que las pequeñas emociones son los verdaderos capitanes de nuestras vidas y las obedecemos cada día sin siquiera ser conscientes de ello.

Vincent Van Gogh

Durante las ultimas semanas he tenido tiempo para reflexionar con calma sobre algunas cuestiones que creo pueden tener influencia en el bienestar de las generaciones actuales y sobre todo de las futuras. Muchos de estos aspectos los iré compartiendo con vosotros en los próximos días, ahora que he vuelto con las pilas bien cargadas.

Una de las cosas sobre las que he estado pensado e incluso comentándolo con alguna amiga ha sido si realmente estamos preparados para asumir los retos del contexto actual. Hoy en día, profesionalmente se nos exige disponer de suficientes conocimientos técnicos en nuestra profesión, ser capaces de defendernos en varios idiomas y estar dispuestos a desplegar todas nuestras capacidades en cualquier parte del mundo que nos toque hacerlo.

Pero ser capaces de afrontar estos grandes retos, ya hayamos iniciado hace tiempo nuestra vida laboral o estemos ahora a punto de empezar a hacerlo, supone mucho mucho mas que lo que habitualmente te da cualquier titulo académico. Los conocimientos técnicos solo son una pequeña parte de lo que se espera de nosotros. Pero ademas de éstos, se espera que seamos flexibles, empáticos, que sepamos comunicarnos con eficiencia y eficacia con los demás, que seamos capaces de comprender nuestras emociones y las de los demás y, en muchos casos, que seamos hábiles en gestionar grupos humanos.

Pero si asumimos que todos estos son, en mayor o menor medida, requerimientos ciertos y comunes en la sociedad en que vivimos, la pregunta lógica que podríamos hacernos es: ¿Estamos realmente preparados y entrenados para asumirlos?

Salvo en algunos entornos educativos o laborales que ya empiezan a vislumbrar la necesidad de entrenar a sus estudiantes o trabajadores en dichas habilidades, la gran mayoría pasa de largo en el aprendizaje de estas competencias, llamemosle, soft.

En las Escuelas de ingeniería, por ejemplo, el esfuerzo se dirige hacia el acumulo de conocimientos técnicos y tecnológicos que nos preparen para hacer los mejores proyectos o supervisar la ejecución de las obras mas complejas, sin embargo no es habitual, al menos en España, el entrenamiento de la resiliencia, la gestión de la ansiedad, la capacidad de hablar en público, la gestión del cambio o el trabajo en equipo. Y curiosamente todas estas habilidades son las que marcan el factor diferencial de los profesionales cuando saltan al mercado laboral.  ¿Resulta sorprendente, no os parece?

En cuanto al desarrollo de estas competencias en el ámbito laboral hace tiempo que, afortunadamente, las grandes compañías iniciaron el camino. Sin embargo, la mayor parte de las veces, el esfuerzo en desarrollar a las personas en estas habilidades se circunscribe al estamento directivo, limitando las posibilidades de los que aun no han alcanzado ese segmento.

Estoy convencida de que nuestra sociedad deberá hacer un esfuerzo consciente por mejorar estas cuestiones, empezando por la educación, desde pequeños, en aspectos que nos permitan estar cada vez mas preparados y ser, sin duda, mejores personas. Porque de nuestras habilidades en aspectos como los mencionados dependerá, en gran medida, la felicidad en nuestras vidas y en las de los que nos rodean.

Nica